Un mensaje necesario en el contexto argentino
En este Día Mundial de las Personas con Discapacidad, la reflexión adquiere un sentido especial en el contexto sociopolítico que atraviesa hoy Argentina. Los debates sobre el rol del Estado, la sostenibilidad de los programas sociales y la redefinición de prioridades públicas ponen en el centro una pregunta clave: ¿Cómo garantizamos que los derechos conquistados no retrocedan?
Las personas con discapacidad dependen, en gran medida, de políticas públicas sostenidas: servicios de rehabilitación, transporte accesible, pensiones no contributivas, apoyos educativos, cobertura de tratamientos, cuidadores, acompañantes terapéuticos y tecnologías de apoyo. Cuando estas políticas se debilitan, se recortan o se burocratizan, las consecuencias no son abstractas: afectan directamente la vida diaria, la autonomía y la salud de miles de familias.
Por qué es importante decirlo hoy:
❋ Porque la accesibilidad no es un “gasto”, es una inversión en igualdad.
❋ Porque los ajustes razonables —en educación, salud, trabajo— son obligaciones del Estado y las instituciones, no favores.
❋ Porque la protección social no debe perderse en discusiones ideológicas: es el piso que garantiza que todas las personas, especialmente quienes enfrentan mayores barreras, puedan vivir con dignidad.
❋ Porque los derechos de las personas con discapacidad no pueden depender del ciclo económico ni de los cambios de gestión. Son derechos humanos.
En tiempos de incertidumbre, es fundamental reforzar la idea de que la discapacidad es un asunto público, no privado. Requiere políticas estables, presupuestos adecuados, participación ciudadana y diálogo permanente con las organizaciones y familias.
Hoy más que nunca, este 3 de diciembre nos invita a defender y fortalecer:
❋ la accesibilidad en el sistema de salud,
❋ la continuidad de las coberturas,
❋ los programas de apoyo educativo y laboral,
❋ las políticas de cuidado,
❋ y los espacios de participación donde las propias personas con discapacidad tengan voz y voto.
Porque una sociedad que recorta accesibilidad, acompañamiento y derechos, es una sociedad que se vuelve más desigual. En cambio, una sociedad que garantiza apoyos y elimina barreras, se vuelve más justa, más humana y más democrática.